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Observatorio Global sobre Convivencia

Editorial

Una democracia madura

El Estado en España es bastante grande: más del 40% de la estructura económica y organizacional del país. Pero su extensión, de facto, es mayor debido a la “contratación y subcontratación” que los agentes públicos realizan de continuo. Los intereses partidarios están encarnados, pues, en una importante masa poblacional a la que, para solicitarle el voto desde las opciones bajo las que se administra la cosa pública, no hay que prometerle nada, sino continuar favoreciendo la consecución de su digno sustento, al menos hasta el día de las elecciones. Sería suficiente con que solo votasen “estos” para sostener la democracia. Una democracia con abstencionismo, (y voto en blanco y nulo) quizá, a lo yankee, aunque española: no bipartidista. La alternancia vendría de la respectiva captación de los ciudadanos Iº/ socioeconómicamente “centrifugados”, y 2º/ socioculturalmente “centrifugados”.

La gente en edad de votar ya sabe que los políticos suelen mentir, (hay muchos films sobre eso) pero no sabemos si saben que, mientan o no, lo hacen desde una falsedad radical, ya que solo se puede predecir algo cuando los factores al respecto son suficientemente constantes. Y el mundo no es suficientemente gobernable como para que ningún político pueda prever honestamente; más allá , quizá, de su esfuerzo en mantenerse en la confrontación de los de fuera contra los de dentro y viceversa, en la que están.

Lo que hacen los administradores del pro común, con diverso grado de pericia y bajo las órdenes de líderes que, a pesar de todo, interesadamente prometen, es administrar lo que va viniendo, como muchos de los actores privados, quiénes avizoran horizontes más razonables. Una democracia engañada es una democracia inmadura. Voten también Vds. por su propia conveniencia contrastada o no voten, ojalá entre opciones relativamente semejantes y con poca ideología.

9 de junio de 2016