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Observatorio Global sobre Convivencia

Editorial

Todo cuesta dinero

Inyectar mucho dinero en un sistema puede venir bien, pero también puede incrementar la burocracia, el aparato, el desuso en instalaciones, el despilfarro y la corruptela.

Inyectar poco dinero en un sistema puede venir mal, pero también puede favorecer la creatividad y la vigorosa optimización de los recursos disponibles.

Todo sistema puede colapsar tanto por hipertrofia como por atrofia. Mientras esto no suceda, el sistema educativo puede mejorar o empeorar con relativa independencia del dinero que se gaste en su sostenimiento.

El objetivo del sistema educativo es la educación integral de personas realizada por personas. No se puede entender dicho proceso desde criterios mecánicos, como si de una factoría robotizada de componentes para la fabricación de automóviles en una planta robotizada se tratase; en tal caso, la productividad sí que es más previsible.

En educación las dimensiones psicológica y pedagógica son determinantes.

¿Algún docente abocado a ganar menos y trabajar más puede terminar enseñando peor a pesar de saber lo mismo?

¿Algún docente, en semejantes circunstancias, puede terminar sabiendo más y enseñando mejor?

Mantenimiento del status y rendimiento profesional no siempre son concomitantes. Pero, no hay que sacrificarse. Con responsabilidad basta.

La educación es sistémica, tanto en individuos, colectivos, grupos o sociedades.

El sistema educativo pre universitario tiene tres dimensiones fundamentales: la comunidad escolar como organización, la instrucción y la formación. En sociedades desarrolladas lo instructivo suele estar garantizado. Los docentes salen preparados para ello.

Un sencillo ejemplo para explicar a lo que nos referimos cuando hablamos de formación. Si un niño “normal”, sin minusvalía o superdotación alguna, fracasa donde otro niño normal con los mismos maestros y semejantes condiciones socioeconómicas y socioculturales no fracasa, habrá que empezar a pensar, entre otras cuestiones, en un posible déficit de valores para el éxito.

Ese es el déficit grande que empaña el logro educativo. En ciencias sociales hay contrastadas herramientas que permiten minimizarlo, trabajando en la comunidad educativa, en el tejido social, en los medios de comunicación.... No quererlo ver es perpetuar el problema.

Objetivos: la coherencia normativa, la reciproca atribución de autoridad parental y entre la familia y la escuela para favorecer la aceptación del esfuerzo, la frustración y el tiempo. El respeto, la honradez y la responsabilidad como valores del éxito.

El escolar más mediocre o el que fracasa suele ser portador de un síntoma de su sociedad.

Una obviedad: los que habitan ámbitos universitarios van con los déficit y las virtudes que la vida les haya endosado. Desde otra perspectiva: a semejanza de la escuela, la cultura productiva y corporativa de la Universidad suele ser mala. Llevamos más de 30 años escuchando que hay poca conexión entre el quehacer universitario y los desarrollos productivos de las sociedades que lo acogen.

La docencia universitaria no es un peaje que haya que pagar para poder acceder a otros trayectos más vistosos.