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Observatorio Global sobre Convivencia

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Pensar lo grupal en tiempos de COVID 19

Maria Antonieta Pezo. Psicoanalista, terapeuta vincular. (2020)

El por qué trabajar con grupos es algo que nos instiga y cuestiona constantemente, desde hacen más de cuatro décadas fuimos comprobando, a lo largo de estos años, la efectividad del trabajo grupal. Reconocimos sus ventajas, la facilidad con que en el encuentro con el otro, aspectos silenciados, no posibles de ser dichos parecían encontrar canales para el decir, gracias al decir y entredecir, al contacto con aspectos preconscientes que surgen como decires en palabras que no conocíamos, pero reconocíamos en nosotros como propias. Destacamos en diversos momentos de nuestra trayectoria el valor de lo grupal cuando las personas son afectadas por situaciones de crisis, ruptura, caos.

En medio de una situación, tal vez, nunca antes pensada, por los analistas vinculares, nos encontramos con una realidad que efectivamente nos impide reunirnos, encuentros presenciales no son solo vividos como transgresiones, como pueden colocar en peligro la vida del otro, mucho más si este otro tiene más de sesenta años, o enfermedades preexistentes. Existen virus que están en el ambiente, pero, de repente, este lo podemos cargar dentro de nosotros, como si fuésemos un arma, con una “carga” pronta para exterminar al “otro”. El aislamiento se torna una medida de cuidado, preventiva, sobre todo solidaria, pues al aislarnos estamos cuidando del otro.

En tiempos de un individualismo galopante, este virus, parece que vino a rescatar nuestra humanidad, será que ahora es posible pensar que, aquello que no deseo para mi, tampoco lo deseo para el otro. No lo sabemos aún, pero existen pruebas de movimientos individuales, grupales de cuidado de aquellos que están más vulnerables y esto parece ser una reconquista del vínculo, del cuidado, de la solidaridad. Mensajes, como se cuide, pues quiero en breve te dar un abrazo, nos hablan de un llamado a ser cuidadoso y de esperanza.

Y, como poder continuar apostar en el valor de lo grupal, cuando estamos confinados en nuestros hogares, aislados de contactos físicos. Ahí, la tan desconfiada tecnología – que era un riesgo, aislaba del contacto – hoy nos parece un arma para retomar el contacto, para abrirnos a escuchar al otro, en su dolor, con sus miedos, con sus dificultades para estar solo, para retomar o encontrar nuevas formas de estar con sus seres queridos. Así, disponer de encuentros grupales, sin estar físicamente en contacto, parece que hoy es nuestra esperanza para no desvincular, no enfermar solos, cuidar y darnos apoyo mutuo, escuchar lo que el otro vive, como enfrenta cada uno este momento. Iniciativas grupales, on-line, esta será nuestra arma contra este virus, que nos obliga a recluirnos en casa, dejar nuestros espacios de trabajo, de encuentro, de placer de estar con los otros, y, a vivir, cada día, como único.