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Tecnología

La tercera revolución industrial

Jeremy Rifkin. Presidente. Economic Trends Foundation. Washington

Grandes revoluciones en la historia acontecen cuando las nuevas tecnologías de la comunicación convergen con nuevos sistemas energéticos, posibilitando la generación de una mayor actividad económica interdependiente y la expansión de los intercambios comerciales, al tiempo que facilitan unas relaciones sociales más densas e inclusivas.

En el siglo XIX, la tecnología de la imprenta a vapor se convirtió en el medio de comunicación que permitió gestionar la estructura de los trenes a vapor y los incipientes mercados nacionales de la Primera Revolución Industrial. En el siglo XX, las comunicaciones eléctricas, primero el teléfono y, posteriormente, la radio y la televisión, se convirtieron en el medio de comunicación para gestionar y comercializar la era de los automóviles con motor de gasolina y la cultura de consumo de masas de la Segunda revolución industrial.

La tercera revolución industrial es la última de las grandes revoluciones industriales y pondrá los cimientos de la infraestructura de la era colaborativa actualmente emergente. En el próximo medio siglo, el funcionamiento empresarial centralizado característico de las dos primeras revoluciones industriales quedará progresivamente subsumido en las prácticas empresariales y comerciales distribuidas de la TRI, mientras que la organización jerárquica tradicional del poder económico y político dará paso al poder lateral organizado de forma nodal a lo largo y ancho de la sociedad.

De entrada, la noción misma de poder lateral parece contradecirse con la manera en que las personas hemos experimentado las relaciones de poder a lo largo de la historia. Al fin y al cabo, el poder se ha organizado tradicionalmente de manera piramidal, de arriba a abajo. En la actualidad, sin embargo, el poder colaborativo reestructura radicalmente las relaciones, que ya no serán de arriba a abajo, sino de lado a lado, con las profundas implicaciones que todo ello comporta para el futuro.

Para apreciar mejor lo perturbadora que puede ser la tercera revolución industrial para el modo en que, aún, seguimos organizando la vida económica, consideremos los profundos cambios que han tenido lugar en los últimos veinte años a raíz de Internet. La democratización de la información ha alterado de manera tan significativa la naturaleza misma del comercio global y de las relaciones sociales como la revolución de la imprenta lo hizo a principios de la era moderna. Imaginemos ahora el impacto que, probablemente, tendrá la democratización de la energía en el conjunto de la sociedad cuando se gestione mediante la tecnología de Internet.

El factor más importante para sacar de la pobreza a cientos de millones de personas es que éstas dispongan de un acceso fiable y asequible a la electricidad verde. Cualquier otro tipo de desarrollo económico es imposible sin ese acceso. La democratización de la energía y el acceso universal a la electricidad constituyen el punto de partida indispensable para mejorar las vidas de las poblaciones más pobres.

Aunque, a menudo la falta de infraestructuras se considera un impedimento al desarrollo, lo que vemos es que debido a que muchas naciones en vías de desarrollo no tienen la carga de una red eléctrica anticuada, estas pueden “saltar” a una tercera revolución industrial. En otras palabras, construyendo desde cero un nuevo sistema de distribución eléctrica, en vez de seguir poniendo parches a una red eléctrica antigua y desfasada, los países en desarrollo reducirán tiempo y dinero en la fase de transición hacia una nueva era energética.

Por otra parte, dada la naturaleza distributiva de la infraestructura de la TRI, el riesgo queda muy difuminado, con localidades y regiones que harán un fondo común de recursos para establecer redes locales que posteriormente conectarán con otros nodos a través de las regiones. Esta es la esencia misma del poder lateral.

El petróleo y los demás combustibles fósiles que definieron el modo de vida industrial han entrado en declive y las tecnologías construidas y alimentadas con esas fuentes de energía son anticuadas. Toda la infraestructura industrial erigida sobre los combustibles fósiles está envejecida y deteriorada.

A mediados de la década de 1990, Internet y las energías renovables estaban preparadas para fusionarse creando una Tercera Revolución Industrial (TRI). En esa era centenares de millones de personas producirán en sus casas, oficinas y factorías su propia energía verde y podrán, tal vez, compartirla.

La democratización de la energía repercutiría en la manera en la que hacemos negocios, gobernamos la sociedad, educamos a nuestros hijos y nos implicamos en la vida cívica. La extensión y consolidación de la TRI puede ser especialmente relevante para los países en vías de desarrollo, en los que millones de personas carecen aún de suministro eléctrico.

Los cinco pilares de la TRI son: 1/ la transición hacia la energía renovable; 2/ la transformación del parque de edificios en microcentrales eléctricas que recojan in situ las energías renovables; 3/ el despliegue de la tecnología del hidrógeno y de otros sistemas de almacenaje energético en todos los edificios, y a lo largo de la red de infraestructuras, para acumular energías de flujo intermitente; 4/ el uso de la tecnología de Internet para transformar la red eléctrica en una “interred” de energía compartida (millones de edificios generarán localmente, en línea, pequeñas cantidades de energía y podrán vender los excedentes que reingresen en la red y compartir esa electricidad); 5/ la transición de la flota de transportes hacia vehículos de motor eléctrico con alimentación en red y/o con pilas de combustible, que puedan comprar y vender electricidad en una internet energética.

Se prevé que, para 2020, la Unión Europea obtendrá de fuentes verdes una tercera parte de su electricidad. Por lo tanto, eso significa que la red eléctrica deberá digitalizarse y ser inteligente para gestionar las energías renovables intermitentes que le proporcionarán decenas de miles de productores locales de energía. También será indispensable desarrollar y desplegar con rapidez tecnologías de almacenaje basadas en el hidrógeno u otros elementos por toda la infraestructura de la UE, pues, de no ser así, gran parte de esa electricidad se perderá.

De igual manera, es importante incentivar con créditos verdes a bajo interés la conversión de millones de edificios en minicentrales eléctricas capaces de aprovechar las energías renovables in situ y de devolver los excedentes a la red inteligente. A menos que se tengan en cuenta éstas consideraciones, la Unión Europea no podrá proporcionar suficiente electricidad verde como para abastecer a los millones de vehículos de motor eléctrico con alimentación de red o con pilas de combustible que ya se están poniendo a punto para su introducción generalizada en el mercado.

Las compañías discográficas no comprendieron el poder distribuido hasta que millones de jóvenes empezaron a compartir música en línea y sus ingresos se derrumbaron en menos de una década. La Enciclopedia Británica no supo apreciar el poder distribuido y colaborativo que acabó haciendo de Wikipedia la principal fuente de referencias del mundo. Tampoco los periódicos se tomaron en serio el poder distribuido de la blogosfera, y hoy son muchas las publicaciones que han cerrado o han transferido buena parte de sus actividades al entorno online . Que las personas llegasen a compartir la energía distribuida en un ámbito comunal abierto podrá tener implicaciones de mayor alcance.

La TRI nos brinda la esperanza de llegar a una era post-carbono sostenible a mediados de siglo. Disponemos de los conocimientos científicos, de la tecnología y de la estrategia necesarias para que eso suceda.

Resumen cualificado sobre “La tercera revolucion industrial”, de jeremy Rifkin