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Observatorio Global sobre Convivencia

Comunicación

Educar la mirada

Miguel Ángel Ortíz Sobrino

En plena Sociedad de la Información, la televisión e Internet se han convertido en el medio de mayor influencia cultural en todo el mundo, incluso por encima de la familia o la Escuela. A pesar de este hecho, prácticamente ninguna de las Administraciones de nuestro país ha colocado a la televisión y las nuevas pantallas en un lugar preferente de las políticas públicas de cultura y educación. Es más, en un acto de miopía política, algunos han querido solventar el tema con la creación del Código de Autorregulación de los Contenidos Televisivos y las correspondientes sanciones a las cadenas de televisión que lo vulneren.

Craso error éste de intentar poner puertas al campo. Es cierto que, para un niño, la televisión es un vehículo de información y entretenimiento muy importante del que extrae, en muchas ocasiones, la visión del mundo que le rodea. También lo es que, precisamente por este motivo, debemos ser vigilantes con sus contenidos. Pero de nada sirve esa vigilancia si centramos el punto de mira en un Código de Autorregulación de Contenidos sólo para la televisión y olvidamos el resto de pantallas que, hoy, tienen una implantación extraordinaria en el ocio de los menores: Internet, iPOD, móvil, videojuegos, televisión IP...

Casi todo el mundo sabe que la vieja televisión familiar ha muerto y ha dado paso a menores que ven la televisión en su habitación, solos. No hay duda de que es otro modelo de espectador infantil. Ahora, los niños diversifican su consumo audiovisual accediendo a los programas a través de nuevas plataformas de ocio propiciadas por las nuevas tecnologías de la información. Una relación distinta entre la Infancia y la televisión se abre paso. Por eso, es necesario saber que está pasando con esas nuevas pantallas que ya tienen un alto grado de penetración en el target infantil. Debemos hacerlo porque la televisión que viene y la forma de verla es la que nuestros menores están empezando a poner en práctica. Tenemos que abordar su estudio porque esta explosión de nuevas pautas de consumo tan sólo acaba de empezar.

Visto el panorama actual, ¿es conveniente apostar sólo por códigos de regulación o autorregulación de los contenidos audiovisuales para garantizar una programación de calidad para los niños? Rotundamente no. Entre otras cosas porque es prácticamente imposible regular algo, como Internet, que hoy es difícilmente controlable. Así lo ha entendido la Unión Europea que ha puesto el foco en la educación y en la investigación sobre la sociedad multipantalla, como la mejor manera de velar por un consumo saludable y crítico de la televisión y el resto de los contenidos multimedia. La alfabetización audiovisual de los alumnos, profesores y padres; la superación del divorcio entre la escuela y la televisión; o la investigación sobre las nuevas pantallas y sus efectos, son algunos de los aspectos que, según la UE, deberían ser prioritarios a partir de ahora para cualquier política dirigida a mejorar la relación del niño con la televisión y el nuevo ocio audiovisual.

Pero educar no es suficiente si los protagonistas no se implican. Se necesita una vocación decidida de promover contenidos infantiles de calidad desde los operadores de televisión y los productores de contenidos audiovisuales. Es urgente reclamar un mayor compromiso para propiciar una televisión infantil con valores. Conviene que la Escuela sirva de puente entre el niño y estas nuevas pantallas multimedia. Pero, sobre todo, es imprescindible que la Administración y los productores de contenidos, incluidas las televisiones, no sigan mirando para otro lado...como hasta ahora.