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Observatorio Global sobre Convivencia

A fondo

Democracia local, democracia global

Fderico Mayor Zaragoza. Ex Director General de la UNESCO

Recuerdo un atardecer, para mí luminoso, con el Presidente Mandela, en el que me decía: no habrá cultura de paz sino hay mujeres mandando.

Si quieres la paz prepárate para la paz no para la guerra. La paz es un acontecimiento entre guerras, porque siempre se ha dicho: si quieres la paz prepárate para la guerra. Siempre han sido los productores de espadas, de lanzas, de arcabuces, de ojivas nucleares y todo tipo de artilugios para matar a distancia, los que, delante de un poder masculino, tendente a valerse de la fuerza han dicho: prepara la guerra, la defensa es lo que hay que producir. Y esto ha llevado a pingües beneficios a los grandes consorcios bélicos industriales.

Recuerdo, también, con gran emoción cuando, en el año 1960, veía a una persona de extraordinaria capacidad, inspiración y motivación, John Fitzerald Kennedy, recibir el poder del Presidente Eissenhower. Tras la ceremonia de juramento del cargo, vi como Eissenhower se acercaba al Presidente Kennedy y me dijeron que le dijo: Sr Presidente, solo hay un poder más importante que el suyo en el mundo y es el del consorcio bélico industrial de los EEUU.

Ese consorcio bélico, en estos momentos, realiza unas inversiones anuales de 920.000 millones de dólares. Más abajo, con una inversión casi diez veces menor, viene China seguida por Rusia. En el mundo se gastan diariamente 3000 millones de dólares, en armas y gastos militares. En preparar la guerra. Al mismo tiempo todos los días mueren de hambre y enfermedades como el sida, sobre todo en África, entre 60.000 y 70.000 personas. Es un genocidio silencioso oculto.

No había dinero para reducir la pobreza en el año 2000 en los objetivos del milenio, no hay dinero para hacer que la gente no se muera a chorros en el África subsahariana. No hay 7000 millones. Pero, para rescatar a las instituciones financieras, que con su codicia e irresponsabilidad, utilizando palabras del presidente Obama, trajeron una profunda crisis, se abrieron unos inmensos caudales. Tan que solo en EEUU superaron los 800.000 millones y en Europa los 400.000. O sea, que ahí si hay dinero y además vinculado a una desregulación total, mientras, por otro lado, perviven paraísos fiscales.

No puede ser que hablemos de paz y de eliminación de la pobreza y de las enfermedades, es decir, de los objetivos del milenio, en una sociedad que se gasta 3000 millones al día en armas y en la que abundan las mafias y el tráfico de drogas, de patentes, de capitales, de personas. Todo esto ha sido hecho por un poder.

En el año 1989, cuando se desmoronó el muro de Berlín dijimos: ahora ya tenemos el fin de la guerra, de esta carrera armamentista que era una locura. Ya tenemos lo que queríamos, ahora vienen los dividendos de la paz. Somos muy inocentes los que nos dedicamos a estas cosas porque, tras la guerra fría, Lo único que vino fue algo terrible: la sustitución de los valores de la justicia social y de la solidaridad intelectual y moral, por los que siempre hemos luchado.

Como dice la constitución de la Unesco, era la libertad, la igual dignidad humana que es el principio de los derechos humanos, pero nos dijeron: todo eso lo dejamos a un lado y en su lugar ponemos las leyes del mercado. O sea, fuera los principios democráticos que son la base de los derechos humanos. La constitución de la UNESCO de 1945 dice: la grande y terrible guerra que acaba de terminar no hubiera sido posible sin la negación de los principios democráticos de la dignidad, la igualdad y el respeto mutuo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 dice en su preámbulo: anímense a la práctica de los derechos humanos, de la igualdad, de la libertad, de la solidaridad, porque tenemos que liberar a la humanidad del miedo y de la miseria.

Durante tantos años hemos visto como aquellos que han querido hablar del diálogo y la concienciación, han sido, inmediatamente, eliminados por la historia. El poder nos tiene atemorizados. Incluso en las iglesias nos amenazan con el infierno y en lugar de hablarnos de solidaridad y de desprendimiento nos atemorizan, lo cual no sucede en las religiones, que se basan en el amor. Los derechos humanos nos dicen: no tengáis temor para liberar a la humanidad del miedo y de la miseria; y añaden y es muy importante: hay que evitar con la práctica de los derechos humanos que el hombre se vea compelido al supremo recurso a la rebelión. O sea, si no se cumplen estos derechos y hay asimetrías y gente que se muere de hambre mientras nos gastamos 3000 millones en armas, habrá que recurrir al supremo derecho a la rebelión.

En diciembre de 1918, Woodrow Wilson, el presidente norteamericano, después de una guerra terrible, de trincheras y exterminio, presenta, en Brest, el Convenio para la Paz Permanente y crea la Sociedad de Naciones. Sus asesores le advierten que hay que seguir preparándose para la guerra y la industria norteamericana que ya era poderosísima, dice que Wilson está mal de la cabeza. Qué pena.

En 1933, Adolf Hitler se atrevía a escribir en su libro Mein Kampf que la raza aria es incompatible con la raza judía. En 1939 otra vez una guerra horrible, en la que las más abominables prácticas de exterminio llevan a situaciones de genocidio y holocausto.

En Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt dice que hay que volver a lo que dijo Wilson: a constituir una sociedad de naciones ampliada, Naciones Unidas; unirse en todo el mundo y organizar agencias internacionales: la primera para la alimentación y otras para la salud, para el trabajo, para la educación la ciencia y la cultura, para la juventud, para el desarrollo...

En 1944 en Breton Woods, se fundan el Fondo Monetario Internacional, que más que internacional ha sido de la potencia hegemónica y el Banco Mundial para la Reconstrucción y el Desarrollo y posteriormente, en 1945 ¡Qué maravilla! las Naciones Unidas, cuya carta fundacional comienza diciendo: nosotros los pueblos hemos decidido evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra. No dice, la carta, nosotros los estados o los gobiernos. La democracia son los pueblos y sus representantes. Roosevelt quiso que dijera “nosotros los pueblos”.

Esto es lo que tenemos. Hemos decidido, pensando en nuestros descendientes, construir la paz, evitar la guerra y todas esas instituciones coinciden en decir que la paz significa compartir y que no puede haber paz en medio de asimetrías tremendas. Hasta el Papa Pablo VI llegó a afirmar que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz y entonces se decide hacer un gran desarrollo y se crea el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Pero en Naciones Unidas hay naciones poderosas a las que no les gusta eso de estar con todas las demás.

Como Director General de la Unesco me opuse, a través de tantos escritos, en multitud de lugares, a lo que ha hecho el Banco Mundial concediendo préstamos en condiciones absolutamente draconianas e intolerables. Ha sido una vergüenza.

Como buen catalán, que contamos hasta cuando bailamos la sardana, sé que si se da el 0´7% para cooperación al desarrollo queda el 99´3% lo cual es muy razonable. ¡Pues ni eso! Nada de ayuda: prestamos.

En marzo de 1973 se estableció el G-5 cuando, a petición del Secretario de Tesoro estadounidense, George Schütz, se reunieron los ministros de finanzas de Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y el Reino Unido. En la cumbre de 1975 en Rambouillet, se incorporó Italia y dos años más tarde, en la cumbre de San Juan de Puerto Rico, se unió Canadá constituyéndose el G-7, que con la integración de Rusia, tras la caída del muro de Berlín, se denominaría G-7+Rusia ó G-8.

Mientras, Ronald Reagan y Margaret Tatcher decidían guiarse por las leyes del mercado y disponer de Naciones Unidas como de una gran agencia humanitaria eventual.

Ahora tenemos el G-20. Una plutocracia. En lugar de Naciones Unidas, en lugar de nosotros los pueblos, se ha dicho: nosotros los ricos; con el resultado de múltiples crisis. Lo peor de la crisis financiera es que es una crisis económica, social y política. Los políticos son los que representan a las Naciones Unidas en una democracia, pero lo que hoy tenemos no es un sistema de Naciones Unidas democrático, sino veinte grupos plutocráticos, que son los ricos. Si somos casi 200 naciones, faltan casi 180. No se puede pretender mandar en el mundo.

Una globalización basada en la injusticia, en el poder, en las leyes del mercado, en lugar de en los principios democráticos, ha llevado a una situación de crisis gravísima, movilizada, además y esto es destacable, por un inmenso poder mediático, que como otros tantos poderes está en muy pocas manos. El poder mediático nos tiene distraídos, nos tiene de súbditos, nos tiene de espectadores, nos tiene de receptores. Y aquí no se mueve nadie y aquí nadie protesta.

¿Donde está la protesta de las universidades, de la comunidad académica y científica de la comunidad intelectual? Estamos todos viendo el futbol y las motos, que nos gusta mucho. La cuestión es que no pase un fin de semana al cabo del año en el que los ciudadanos puedan tener algo de tiempo para reflexionar. Somos súbditos y no quieren que seamos ciudadanos educados que actúen en virtud de las propias reflexiones y no en virtud de lo que decidan lejanísimas instancias de un poder mediático que nos tienen reducidos a testigos de lo que sucede.

¿Qué pasa, qué opinan, qué dice la oposición? ¡Y nosotros que! ¿No somos nosotros los pueblos los que hemos resuelto construir la paz? ¿No somos nosotros los pueblos los que tendríamos que estar participando? Para participar hay que pensar lo que se dice y después decir lo que se piensa. Hoy, por primera vez en la historia, lo podemos hacer. Hace my pocos años no lo podíamos hacer más que yendo a votar. Yo he soñado con ir a votar durante 40 años; por eso, cuando me ponen una urna delante, voto. Pero, una democracia no se basa en las urnas; en las urnas nos cuentan. Una democracia es ser tenido en cuenta, es contar como ciudadanos. Pregunto ¿contamos como ciudadanos? La respuesta es no.

En EEUU una sola persona controla el 62% de todas las informaciones. Domina hasta el Financial Times. Dicen que el euro se tambalea y se tambalea el euro: caen las bolsas, compro, suben las bolsas, vendo. ¿Es esa la economía que queremos en una democracia a escala mundial: una economía de la especulación, una economía de guerra? Si lo que queremos es una economía de desarrollo sostenible a escala mundial no podemos dejar a nuestros hijos un mundo deteriorado; no les podemos dejar una naturaleza que está pidiendo a gritos que podamos redimirla ¡No puede ser! Hoy, está muy claro que los ciudadanos tenemos que empezar a tomar la palabra.

Cuando fui a la URRS, Hace muchos años, regresé diciendo: que terrible el silencio de los silenciados. Seguridad 100 equivale a libertad 0: silencio total. Hoy lo que tenemos es el silencio de los silenciosos. Hoy, estamos rodeados de gente que puede y debería hablar y sin embargo todos están callados. Una democracia es debate y deliberación. Me decía María Novo: el problema es el NTD, nos tienen distraídos.

En EEUU, desde Truman, se ha estado tratando de dar respuesta a los problemas sanitarios de 40 millones de norteamericanos. Cuando Obama propuso la reforma del sistema sanitario no obtuvo ni un solo voto del partido republicano, que la rechazaba por los intereses de las grandes aseguradoras, ni una abstención, ni un solo voto solidario. ¿Como puede ser que la disciplina de partido lleve a esa barbaridad? ¡Esto no es democracia ni es nada! Si la democracia representa a los ciudadanos, no podemos pensar que sea democrático que, cuando los ciudadanos expresen un deseo, los partidos que los representan, por la disciplina de partido, no presenten el mismo resultado.

Ya ven que de un lado pinto un panorama muy oscuro porque veo que los pocos siguen mandando: unos doscientos personajes en el mundo son los que nos ponen las monedas y nos las quitan y además nos tienen distraídos con este poder mediático inmenso.

Eso de un lado; del otro pienso que por primera vez en la historia podemos expresarnos, porque tenemos unos grandes instrumentos, que la tecnología moderna de la comunicación ha puesto a nuestro alcance, que hacen que algo de uso tan sencillo como un teléfono móvil nos permita participar a través de un SMS o a través de internet, etc. Pero es que, además, tenemos otra cosa fundamental: tenemos más mujeres, muchas más mujeres, no todavía en el poder, aunque ya está la mujer llegando a tener este papel que tiene que tener.

En la Unesco la Constitución empieza diciendo: puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres es en la mente de los hombres donde debemos elevar los baluartes de la paz. En un momento determinado las feministas y los feministas procuraron que yo corrigiera ese texto, y se dijese: puesto que las guerras nacen en la mente de las personas o de las mujeres y los hombres. Me negué. dije: hasta ahora las guerras nacen en la mente de los hombres, cuando nazcan en la mente de las mujeres, que no lo creo, entonces lo añadiremos.

De momento, lo que sí podemos decir es que es muy probable que ahora nazca más paz en la mente de la humanidad, porque progresivamente tenemos muchas más mujeres y aquel atardecer, para mí tan luminoso, con el Presidente Mandela en el que me decía: cuando haya más mujeres, cuando tengamos la posibilidad de participar realmente…pues ya estamos teniendo y por eso creo que dentro de pocos años podremos darle la vuelta a esta crisis que hoy tiene tantas facetas, que es tan polimórfica, alimenticia, medio ambiental, financiera, económica, política, ética y podremos decir hemos logrado la gran transición y la gran transición es pasar de la fuerza a la palabra.