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Observatorio Global sobre Convivencia

Economía

Comunidades Autofinanciadas

Jean Claude Rodríguez Ferrera

Economía comunitaria, banquitos o bancos comunales. Las definiciones de las Comunidades Autofinanciadas (CAF) pueden ser varias pero la realidad es una sola: un grupo de entre 10 y 30 personas se reúne para ahorrar y ofrecerse ayuda mutua mediante pequeños créditos. Esta es la idea que se importó desde Latinoamérica a España hace algunos años y gracias a la cual ya se han creado en nuestro muchas comunidades.

La solidaridad, la responsabilidad y el compromiso son tres de los pilares sobre los que se sustentan los grupos y permite a sus integrantes salir de apuros económicos o cubrir necesidades básicas del día a día. “Puedes pedir cuatro veces más de lo que has puesto en el fondo común pero las decisiones sobre el dinero se toman entre todos y la contabilidad es rotativa para que cada uno conozca su funcionamiento”, explica el ecuatoriano David Schurjin quien trabaja en la Asociación de Comunidades Autofinanciadas, ACAF, desde donde asesora a las personas interesadas en crear su propio grupo y les da asistencia cuando lo necesitan.

Aunque la situación económica actual ha llevado a autóctonos a crear sus propias comunidades, la mayoría de los grupos están formados por inmigrantes de diferentes países. Para muchos de ellos, esta herramienta no es tan sólo un “pequeño banco entre amigos” al que poder pedir préstamos, sino también una escuela de nociones básicas financieras: “al principio, la mayor dificultad que vimos fue la terminología bancaria; una vez aprendida, fueron los tiempos para la devolución de los créditos pero poco a poco lo regularizamos y ahora vamos muy bien”, cuentan los integrantes de “Honducat”, en su mayoría miembros de la Asociación de Hondureños en Catalunya. Las CAF resuelven problemas burocráticos que tradicionalmente son lentos e incluso costosos de comprender. Así, para el boliviano Néstor Calle de la CAF “Amigos del Mundo”, lo más valioso del sistema es poder “financiar sin los largos trámites bancarios y solucionar tus problemas de recursos rápidamente”. “Amigos del Mundo”, que empezó en 2004 y ahora cuenta con 40 miembros de diferentes países, limita los créditos altos “para que todos puedan beneficiarse”. Es otra de las cualidades de estas comunidades: son los propios miembros los que acuerdan y redactan los estatutos internos de funcionamiento.

Las CAF no compiten con el sistema financiero porque se manejan montos bajos, pero sí se utilizan conceptos bancarios y eso es importante. Te permite entenderte mejor con los bancos cuando los necesitas”, indica Schurjin, quien también forma parte de una CAF llamada Cafitalistas, compuesta por diez personas. Pero este proyecto social no se limita al desarrollo de la práctica financiera, sino que, y como elemento más valorado entre las comunidades, fomenta la cohesión social, la integración en la sociedad de diferentes culturas y razas y potencia la creación de redes sociales. Los peruanos de la CAF “Minka” y los colombianos de la CAF “Arepa con todo” están de acuerdo en el valor del compañerismo y, al mismo tiempo, la seriedad que requiere una iniciativa como ésta para que resulte útil. En la reunión de ACAF las integrantes de “Agima”, (‘Amiga’ al revés) hicieron énfasis en la complicidad que se logra con la excusa del dinero “porque en las reuniones compartes y construyes una verdadera red de ayuda”. Y con ello se rompe el estereotipo de que el dinero crea desconfianza y pone sobre la mesa valores que con el tiempo se han ido perdiendo y que nuestro proyecto está recuperando con éxito.