Comunicación para el Bienestar
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Observatorio Global sobre Convivencia

Editorial

Ciudad y ciudadanía

Los procesos convivenciales se modulan por las características de los ambientes en los que se despliegan. El comportamiento humano se vincula a los ambientes significativos. Dicha significación de los ambientes que es distinta a sus características físicas, tiene que ver con la vivencia, con la biografía íntima de las personas, con como las diversas experiencias han ido esculpiendo las percepciones y las conductas de los individuos, con los estilos con los que estos procesan intelectualmente la información.

Diversas áreas de las ciencias sociales han venido prestando atención a los lenguajes no verbales. Por ejemplo, acompañamos la palabra hablada con la entonación y el gesto, elementos no verbales que aportan sentido. Los objetos intermediarios, aquellos que intermedian la comunicación, pueden ser enunciados como materialización de lenguajes no verbales. Los espacios urbanos pueden ser entendidos como lenguajes no verbales, capaces de propiciar actitudes en sus usuarios e intermediar su comunicación. Actitudes y convivencia, en fin, tienen que ver.

Se ha dicho que el urbanismo es un poderoso catalizador del encuentro humano. Infraestructuras, espacios públicos, equipamientos, modulan la interacción social, coadyuvando, en el mejor de los casos, al sostenimiento de sociedades integradas. Urbanismo y arquitectura social son, en algunos aspectos, concomitantes. El urbanismo puede entenderse tanto topográficamente, es decir, según las características físicas de las estructuras urbanas, como funcionalmente, o simbólicamente.

La inclusión es lo imprescindible en los procesos de cohesión social.

La segregación social, o dicho de otro modo, la imposibilidad para unos de hacer uso de los servicios que la comunidad ofrece a otros, (educación, sanidad, cultura, apoyo social y sus valores añadidos de inserción identitaria...) es lo incompatible con la inclusión.

Favorecer el encuentro entre actores implicados propicia allí donde la segregación social no se manifieste, el transito continuo entre espacios socio-culturales, lo que conlleva la creación de redes sociales sincréticas, o dicho de otro modo, de ciudadanías nuevas.