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Observatorio Global sobre Convivencia

Sociedad

Campamentos de verano para niños en residencias de mayores

Roberto Rodríguez Andrés. Prof. Universidad de Comillas. Director de Comunicación Amavir

Los encuentros intergeneracionales, en los que las personas mayores conviven con niños y jóvenes, han venido demostrando en los últimos años numerosos beneficios para mejorar su calidad de vida. Estos encuentros se desarrollan con frecuencia en numerosas residencias de mayores, pero en Amavir hemos querido ir un paso más allá, puesto que no nos hemos limitado a encuentros puntuales sino que hemos diseñado un programa de mayor duración, en forma de campamentos de verano.

Atendiendo al concepto formulado por Naciones Unidas ya en 1999 de “una sociedad para todas las edades”, en el año 2007, como experiencia piloto, se decide lanzar en Amavir Mutilva (Navarra) el proyecto “De campamento con mis abuelos” con la idea de acercar generaciones. La idea era montar un campamento de verano para niños de entre 6 y 12 años en la propia residencia, de tal forma que convivieran durante una semana con las personas mayores realizando juntos numerosas actividades educativas, culturales y de ocio.

El proyecto resultó todo un éxito, por lo que entre 2008 y 2012 se amplía al resto de centros de Navarra (Argaray, Oblatas, Betelu e Ibañeta) obteniendo también una gran acogida. En 2018 se inicia la extensión de este proyecto al resto de las residencias de la compañía, comenzando por Amavir Coslada (Madrid) y Amavir Teià (Barcelona).

Los campamentos son una experiencia muy positiva para los mayores, con repercusiones muy favorables en su estado de ánimo y en su sociabilidad. Además, para los niños constituye también una actividad muy enriquecedora ya que les permite conocer mejor a sus abuelos y modificar los esquemas y estereotipos que se asocian a la tercera edad. En definitiva, el hecho de acercar a dos generaciones alejadas en el tiempo, mientras se disfruta de actividades en común, reporta beneficios a unos y otros.

Los campamentos están abiertos a la participación de niños y niñas de entre 6 y 12 años, que pueden ser nietos o bisnietos de nuestros propios residentes o hijos e hijas de nuestros trabajadores.

De esta forma, el proyecto no sólo sirve como herramienta terapéutica para mejorar la calidad de vida de las personas mayores sino que cumple también una función importante dentro de las políticas de conciliación y responsabilidad social de la compañía, ya que nuestras familias y trabajadores tienen un lugar en el que poder tener a sus hijos en fechas en las que ya ha terminado el colegio. Por otro lado, y en el caso concreto de hijos de trabajadores, los pequeños pueden conocer de cerca el lugar de trabajo de sus padres y tener una mayor concienciación sobre la labor profesional que desempeñan.

El objetivo general de estos campamentos es crear un entorno de convivencia entre las personas mayores y los niños que acuden al campamento, acercando así a dos generaciones alejadas en el tiempo, involucrando al mismo tiempo a las familias. Pero, además, y como objetivos específicos, se encuentran también los siguientes:

  • Que los niños y los mayores convivan y acerquen lazos.

  • Que los niños conozcan la ancianidad más de cerca, rompiendo mitos y estereotipos, y que aprendan a cuidarles y respetarles.

  • Que los niños reciban ayuda de los mayores aprendiendo de ellos también en sus etapas avanzadas de la vida.

  • Que los niños convivan con la fragilidad de las personas mayores, intentando que desdramaticen este concepto y aceptando que ser anciano forma parte del ciclo vital y que los ancianos siguen siendo valiosos incluso con fragilidad.

  • Que los residentes reciban aire fresco con la llegada de los niños y con su convivencia durante unos días, rompiendo así también su rutina e intentando conseguir la mayor participación activa por su parte en las actividades.

  • Que los mayores reciban otros puntos de vista, en este caso de los niños, y aprendan y reciban estimulación de los niños, recordando a su vez su niñez.

  • Que los residentes se sientan válidos y necesarios.

Que residentes y niños disfruten durante unos días de la vida en común, intercambiando opiniones, valores, cultura, experiencias y sientan una satisfacción personal y una ilusión por la actividad realizada y los momentos compartidos.

La puesta en marcha de los campamentos implica la participación de todos los profesionales de los centros, así como de los servicios centrales de la compañía, y por supuesto también de las familias.

Durante la semana, pequeños y mayores comparten un variado programa de actividades, entre las que se incluyen talleres de manualidades, de cocina, de pintura, juegos, competiciones deportivas, concursos, yincanas, cine, teatro, cuentacuentos, excursiones y fiestas de disfraces, entre otras muchas. Además, los niños ayudan a los mayores en actividades cotidianas, como gimnasia o terapia, y llevan a cabo también actividades propias de un campamento de verano, como corresponsabilidad a la hora de hacer las tareas domésticas: poner y recoger la mesa en la que comen ellos, fregar sus propios platos…

Sobre este último punto, en el diseño del proyecto se tiene en cuenta que para los niños y niñas participantes el campamento debe ser tal, es decir, debe tener una serie de actividades, tanto educativas como de ocio, que no hagan desvirtuar esta figura tan difundida entre los escolares. Por su parte, para los residentes el día a día tampoco se debe alterar demasiado, es decir, se deben realizar las actividades de siempre pero con un enfoque intergeneracional. Así, las actividades terapéuticas y de ocio se mantienen, sólo que durante esa semana se tiñen de la alegría que proporciona la participación de los pequeños.

En todas las experiencias desarrolladas hasta ahora se han observado beneficios positivos para las dos generaciones. En el caso de los mayores estos beneficios se han observado en aspectos como un mayor número de conductas de ayuda entre ellos, más sonrisas y muestras de afecto, mayor sociabilidad, aumento de autoestima, motivación, reducción de síntomas depresivos, empatía, cambio en los estereotipos.

Participar en actividades con niños hace que las personas mayores se sientan útiles para los demás y se encuentren mejor mental y físicamente, aumentando su bienestar, el disfrute del ocio y el tiempo libre y su interés por ser más activas en la sociedad.