Un mundo mejor para todos
Ban Ki Moon. Secretario General de las Naciones Unidas. (2013)
Los tres pilares de ONU son el desarrollo, la paz y la solidaridad, tres dimensiones estrechamente relacionadas con los derechos humanos, tan importantes en el mundo actual. Muchos de los integrantes de la ONU ponen en peligro sus vidas. Son valientes aventureros dedicados a resolver conflictos, acabar con la exclusión, erradicar la pobreza, mitigar desastres.
En la ONU se está desarrollando un debate muy constructivo sobre cual va ser nuestro futuro y el de las próximas generaciones. Vivimos en una encrucijada histórica, en un momento en el que se están produciendo cambios muy drásticos a medida que van surgiendo nuevas potencias y grupos económicos. Pero, también se está produciendo un cambio a nivel del desarrollo. Ahora, que intentamos una senda más sostenible nos damos cuenta, al mismo tiempo, de que la política también está cambiando. La gente, hoy, se rebela contra la opresión, la corrupción, el mal gobierno y exige cada vez más desempeñar un papel en la forja de su destino. Me refiero a la sociedad civil.
Nuestro reto es unir nuestras energías y trabajar juntos para lograr la paz la justicia y la prosperidad. Estos objetivos son nuestra hoja de ruta para conseguir un mundo más prospero e igualitario. Creo, que con ellos se han movilizado a mucha gente y se han conseguido resultados en muchos campos.
La pobreza global se ha reducido a la mitad en 2010. Hemos mejorado el acceso al agua potable y las condiciones de vida de millones de personas que vivían en arrabales, bajo el umbral de la pobreza. Ahora, viven mucho mejor y tienen acceso a la educación. La mortalidad materna e infantil también han descendido drásticamente. Sin embargo seguimos luchando contra la pobreza, la desigualdad y el acceso insuficiente al agua y a la salubridad. El cambio climático sigue siendo una amenaza importante.
Es posible que hayamos sobrepasado ciertos límites. Más allá de 2015 necesitamos una agenda transformadora que se concrete en la creación de trabajos dignos, inclusión social y seguridad alimentaria. Una visión que haga que las personas se sitúen en el centro, que logre que el acceso a la energía y al agua potable sea posible para todos aquellos que carecen ahora de esa posibilidad, que fortalezca la economía y las finanzas en todos los países. Pero, aparte de estas propuestas necesitamos algo más ambicioso, un sentido de destino común, compartir una esperanza.
Yo he pensado en una persona que ha demostrado, a través de su ejemplo, que para conseguir nuestros objetivos debemos hablar a favor de la justicia: Malala Yousufzai , una joven pakistaní que fue atacada con armas de fuego y que casi murió, simplemente por ir a la escuela y hablar a favor de la educación. Su país y todo el mundo la apoyó. Ahora ha vuelto a las aulas y me ha dicho que está decidida a seguir luchando. Esto es lo que necesitamos más que nunca. Esa voluntad de mirar al futuro. Tener una visión que mire a futuras generaciones y que no piense solo en términos de ciclos electorales, si no que ofrezca esperanza a través de los ciclos de vidas personales.
Tenemos que convertirnos en ciudadanos globales del mundo. Vivimos en una aldea global, en un mundo y en un planeta pequeño donde las fronteras y las nacionalidades no significan nada. Lo que hagamos ahora aquí, en pocos segundos afecta a lo que sucede en el otro lado del planeta. Nuestra obligación es actuar como ciudadanos globales. Unidos podemos hacer este mundo más próspero, más armonioso y más libre de guerras, de amenazas y de todo tipo de extremismos. Un mundo mejor para todos.
Por cortesía de Nueva Economía Fórum.