Transpoética
Antología transcultural
JUEGOS DE PAZ
Los niños en el patio
jugaban a la guerra,
jugaban su propia guerra
enérgica y estridente.
Desde la ventana
los llamé:
¡Jueguen a la paz alguna vez!
Esperé que entonces
hicieran menos ruido.
Los niños abajo
en el patio estaban encantados:
¡Juguemos a la paz!
gritaron todos a una
Y deliberaron
sobre qué hacer,
especularon y se pelearon
nuevamente
y entonces llamó
Un renacuajo
a mi ventana:
Tío, ¿cómo se juega a la paz?
PETER SCHÜTT, Alemania, 1939.
HAMBRE
A veces tengo
hambre
nada más que
de una palabra amable
una palabra contra el frío,
contra el miedo,
una sola palabra
para calentarme
y para respirar,
una palabra sin peso de plomo,
cargada solamente
con un grano de paz,
para que no eche
enseguida a volar.
PETER SCHÜTT.
ACTEÓN
Contemplándola
se le petrificó el cuerpo
no el ojo.
Diana. Con pechos más bellos
que lo que la serranía de Beocia reflejaba
en el fulgor de la noche.
Ven, amor mío, ven,
dijo la mujer
y se lo mostró todo.
Y él, ingenuo, se acercó
ligero como un ciervo,
confiando en los perros
confiando en la diosa.
GERMAIN DROOGENBROODT, Bélgica - España.
¿QUE MÁS BUSCA LA PALABRA?
¿Que más busca la palabra
en los posos del ser
sino lo insondable
que sin embargo existe?
Como el agua del rio
que de la mano escapa
pero en el cántaro
su límite alcanza
su firma conserva
y sacia.
GERMAIN DROOGENBROODT.
DE “LES HORES”
Y si vuelves a mí una tarde
de mar y de gaviotas,
intentaré besar
los caminos de tus ojos,
y si lloras, el despuntar
y la duda de tus labios
me secarán la boca
sobre playas perdidas.
TERESA PASQUAL, España.
MI MADRE
Con los brazos abiertos
me recibió cuando fui a visitarla
mi madre con palabras cariñosas
cuando llamé para decirle que no podía ir
mi madre con la cara vuelta
cuando quiso hablar pero no podía
mi madre con los ojos cerrados
cuando llegué muy tarde para abrazarla por última vez.
FRIEDERIKE MAYRÖCKER, Austria, 1924.
GASTOS INÙTILES O MÌNIMAS ESTAFAS
Si no fuere tan tarde
para quemar con sal los días innombrables
tan inútil romper en pedacitos
la foto permanente del instante después
podría simular ese estado del cuerpo
su tatuaje brillando como un sol de otra tierra
podría perdonarte
ir buscar espinas en el fondo del mar
estrellas muertas en el cuarto de baño
podría recortar el infinito
pegarlo en la pared
y quedarme esperando que choquen los planetas
o marcar tu teléfono y contarte
cuándo pagué por esa miniatura se quebró de nada.
LAURA YASAN, Argentina, 1969.
LA POESÍA
Es tan natural
como la ventana en una casa
artificial,
como el cristal de la ventana
azarosa,
como el mundo más allá de las persianas,
lógica
como la ciencia,
brota en el cruce
donde nacen
y declinan los conocimientos.
VIACHESLAV KUPRIYANOV, Rusia.
LLORAR
Lloró por la mañana
Lloró por la tarde
Lloró por la noche
Por la mañana perdió a su hijo
Otro por la tarde
Y el último por la noche
A la mañana siguiente lloraron por ella
A mediodía lloraron a los que habían llorado por ella
No había más lloro en la noche
Toda la ciudad estaba inundada de sangre.
HUSSEIN HABASCH , Kurdistan.
ÚLTIMO DESEO
Oh viento,
hace ya tanto que te ruego
y siempre me mostraste
tu furioso rostro.
Esta será la última vez
que te lo suplique:
Tómame en tu mano,
y llévame contigo
hasta la frontera
pero no para entregarme
a su puesto de guardia.
Colócame en una hamaca
entre nuestros olivos
y méceme.
Luego susurra para mí
una canción de cuna.
HUSSEIN HABASCH.
AÚN NO NACIDA
Oh, ser Adán
de nuevo
con todas sus costillas
anhelando una mujer
aún no nacida,
libre la boca
del sabor a manzanas,
ajenas las orejas
al silbo de la serpiente,
despreocupado de
la desnudez y la vergüenza
en el jardín
de las amables criaturas
esperando tener nombre.
STANLEY H. BARKAN, EEUU.
ME ACURRUCO
junto a tu pecho deseando escuchar
el misterioso calor de la vida, cómo la luz revela
la íntima sensación de la quietud que sufres.
Escucho tu latido regular y me parece
ser un náufrago en la orilla. Una tras otra
me golpean las olas de tus palabras silenciosas
y me empujan más y más lejos de las profundidades
de la tierra desconocida, lejos de tu alma insondable.
DARIUSZ TOMASZ LEBIODA, (Polonia 1939).
LA PINTURA
Constanza cogió los pinceles.
En la carátula
Algunas frutas y verduras.
Constanza pintó las cerezas verdes
y los plátanos azules.
A las lechugas les dio pinceladas doradas
como buscando el cielo.
Entonces pensé en los adultos,
tan reales y gastados.
ASTRID FUGELLIE GEZAN Gezan, Chile.
SALMO 1
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido,
ni asiste a sus mítines,
ni se sienta en la mesa con los gánsteres,
ni con los Generales en el Consejo de Guerra.
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano,
ni delata a su compañero de colegio.
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales,
ni escucha sus radios,
ni cree en sus slogans.
Será como un árbol plantado junto a una fuente.
ERNESTO CARDENAL, Nicaragua 1925
CONFIAME
tu alegría
para que
la pueda custodiar.
Existen
planetas en órbita
que reciben
rezos
y los convierten
en polvo
sideral
Y cuando
en el viento
resuenan
estos mantras
dispersos
caen
cosechas
de trigo dorado.
Es así
como regresa
la alegría
en el olor
del pan.
PAOLA PENNECCHI, Italia.
ENCUENTRO CON LOS POETAS
El encuentro con los poetas me desconcierta a veces
por el color de sus calcetines
la presunción de una peluca
un avispero en la voz
y ese aire húmedo, a veces.
Mejor conocerlos en los poemas:
conchas frías salpicadas
en las que se oye
un triste pero lejano mar.
EUNICE DE SOUZA, India (1940).
EXILIO
En una ciudad extranjera
con una lengua incomprensible
caminando por calles desconocidas;
ni siquiera sabes el nombre del río
que corre bajo el arco empedrado del puente
y ahí estás completamente solo
en tu propia sombra que poco a poco
se extiende sobre el asfalto
como la lejana melodía
de una flauta que desentona.
Pero de pronto
un pequeño pájaro te siente,
cruza con tu mirada
sus ojos color pimienta,
antes de desaparecer en el alba.
BENGT BERG, Suecia 1946.
ENCONTRÉ
un rubí
en la cantera
raro y brillante.
Es una piedra
dijo el experto
aunque también un guijarro
quiere ser algo
un solo coágulo de átomos
sedimentos de la industria
limadura del trabajo de millones de olas.
Ha visto, ha oído
ha tomado y
quiere ser algo.
LUCA BEBASSI, Roma 1976.
LA HORA DE GRACIA
Solía pensar que podría resolverse de esta forma:
igual que la gente se reúne en la estación a medianoche
esperando el último autobús que no llega;
al principio vienen sólo unos cuantos, luego más y más.
Una oportunidad para estar cerca los unos de los otros,
para cambiarlo todo, juntos
para iniciar un nuevo mundo.
Pero se dispersan.
(Ha pasado la hora de gracia. No
volverá de nuevo.) Cada cual seguirá su propio camino.
Cada cual será otra vez una ficha de dominó
con la mitad de arriba mirando
hacia otra pieza para coincidir con ella
en juegos que siguen y siguen.
YEHUDA AMIHAI, Israel, 1924- 2000.
TE BUSCAS
Te buscas
en la alegría.
Rápidamente
pasa.
La melancolía
se consuma lentamente.
Te buscas
te encuentras
en la palabra.
ROSE AUSLÄNDER, Alemania, 1901 – 1988.
SABÉS
Sabés
Dijiste
Nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte,
sabés,
seguramente me engaño
pero creo
pero ésta me parece,
la noche más hermosa de mi vida.
IDEA VILARIÑO, Uruguay, 1920-2009.
SOLO, un cuervo
posado en la rama seca.
Tarde de otoño.
MATSUO BASHÔ, Japón, 1644 –1694
EN VERANO
Escasamente poblado, el país.
A pesar de los enormes campos y las máquinas,
los pueblos yacen somnolientos.
En los jardines de boj,
los gatos rara vez son golpeados con un tiro de piedra.
En agosto caen las estrellas.
En septiembre se abre la veda.
Aún vuela el ánsar, pasea la cigüeña
por prados no envenenados.
Oh, las nubes vuelan sobre los bosques como montañas.
Si no tienes un periódico aquí
todo está bien en el mundo:
en los frascos de mermelada de ciruela
se refleja impecable tu rostro y
en rojo fuego los campos resplandecen.
SARAH KIRSCH, Alemania, 1935–2013
CON ALAS DE FUEGO HASTA EL EXTERMINIO
Quiero cantar en todas partes.
Quiero una cuna de plumas.
Quiero un pedazo de cielo entre las tablas.
Quiero un enjambre de abejas en la boca.
Quiero mi cuerpo con olor a tierra y jazmín.
Quiero que me salgan lenguas de humo por los pies.
Quiero abrir mis codos, quiero mis codos emplumados.
Quiero cambiarlos por alas de alondras al amanecer.
KARO CASTRO, Chile, 1982
De: “La mujer gallina”. Ciclo de poemas inspirado por la vida de la Mujer Gallina de Lonquimay. Un déficit mental hizo que su familia la obligara a vivir hacinada en un gallinero, tal como una gallina, donde pasó gran parte de su vida.
AMRUTLAL
Con tinta verde, a veces roja,
Amrutlal escribía sus poemas
con mucho cuidado, la escritura limpia,
en un diario encuadernado en cuero.
A menudo tenía esta pesadilla:
haber muerto de la peste
sin que sus poemas fueran publicados
ni encontrados siquiera.
Pero Amrutlal vivió muchos años.
(Era mi amigo).
En vida, pudo ver
el nacimiento de su Colección de Poemas,
también los vio
envejecer y morir.
UDAYAN THAKKER, India
¿CÓMO SERÁ BUSCARTE EN LA DISTANCIA?
¿Cómo será buscarte en la distancia, Eunice Odio?
¿Cómo será buscarte en la distancia,
amor, amor que me has llevado a la puerta del árbol,
al vuelo de la mariposa,
a la fuerza, a la vida,
y que me llevaste,
después de la alegría, a la tristeza?
¿Cómo será buscarte en la distancia,
entre balas silbándome en los hombros,
entre el ruido de la guerra y de las lágrimas?
¿Cómo será, amor, este buscarte en el tiempo,
en los anchos pasillos de los días, despeinada,
descalza, con este amor, amor,
que se revuelve en mí como un mar dentro de una pecera?
¿Cómo será buscarte en la distancia, en el no estar,
en el estar sola, en esta nada que goza con saña
mi incertidumbre de mujer abandonada?
GIOCONDA BELLI, Nicaragua.
Por cortesía de Point Editions.
SUEÑO DE UN MEDIODÍA DE VERANO
Trae el caballito de madera con su roja montura, perseguiremos de las aguas las sombras, hasta que la noche, con sus grandes mitos sobre el fuego de invierno, nos alcance. No hace mucho que el sol todavía colgaba dorados flecos a las puertas del bosque. Los arbustos se despojaban de sus delantales verdes y se bañaban a escondidas en el río. Al mediodía, mientras los adultos dormían, los niños salían de sus casas, se revolcaban en la hierba, mordían las hojas de los sauces y abrazaban a los árboles. El bosque entero olía a mujer desnuda. Grandes mariposas revelaban los secretos de la primavera, y las lagartijas con sus ojos color esmeralda abiertos de par en par, curiosas escuchaban a escondidas detrás de las piedras. Nosotros no veíamos la cerca. Le pedimos después a las grajillas que no le dijeran nada a nuestras madres sobre lo sucedido más allá de los árboles que chorreaban resina.
YANNIS RITSOS, Grecia, 1909-1990.
Por cortesía de Acantilado