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Frutería La Merced. Un puente para la inclusión

Daniel Sánchez. Director de Puentes para la Inclusión.

Esta historia comienza en Mali. Amadou es un joven de 18 años que vive con sus padres y su pequeña hermana, sueña con una vida mejor para él y su familia. Algunos de sus amigos han emigrado y puede imaginarlos viviendo el sueño europeo, volviendo a sus modernos apartamentos de París, Düsseldorf, Milán o Madrid, después de una dura jornada en la fábrica, el taller o la obra.

Por las noches cierra los ojos, la miseria, la violencia, el miedo y esa obstinada punzada en el estomago que le visita cada noche desaparecen. Se abandona a la imaginación y vive su propia fantasía europea, en ella no tienen cabida travesías por el desierto, ni los meses de jornadas interminables en Marruecos para lograr el dinero que le permita pagar su pasaje en patera; ni el frío, ni el terror de una muerte segura en una barquilla abandonada sin combustible al arbitrio del mar; tampoco permite que arruine su fantasía un espantoso centro de internamiento, ni la soledad, ni unos papeles que no llegan porque no tiene un trabajo que no llega porque no tiene papeles; en su fantasía no hay cabida para la miseria, la violencia, el miedo y esa obstinada punzada en el estómago que le visita cada noche.

Amadou es un nombre ficticio pero su historia es real, igual que la de otras personas, cuyas vidas les han hecho poseedores del poco honroso título de "persona desempleada en situación / riesgo de exclusión social" que, con un contrato de inserción laboral, son contratadas en empresas de inserción: toxicómanos en proceso de rehabilitación, mujeres víctimas de violencia de género, personas sin hogar...

Estas empresas, así como este tipo particular de contrato, están reguladas por la Ley 44/2007 y comparten un mismo fin: la inserción socio - laboral de personas que se encuentran en esta situación. Para ello desarrollan líneas de actividad productiva en las que son contratados, al tiempo que adquieren la formación y competencia profesional con el apoyo de un "técnico de producción" que supervisa su desempeño profesional y de un "técnico de orientación" que acompaña al trabajador en el diseño y cumplimiento de su propio itinerario de inserción.

Amadou podría ser trabajador en una de estas líneas de actividad, como la Frutería La Merced, comercio que nace con la misión de “trabajar por la construcción de un modelo de sociedad intercultural, garantizando la protección y promoviendo la inclusión de las personas emigrantes y refugiadas en situación de vulnerabilidad, así como favoreciendo una ciudadanía con plenos derechos y deberes”.

En la Frutería La Merced, Amadou se estaría formando como dependiente de comercio, aprendiendo a convivir con compañeros y superiores, a tratar con clientes y proveedores, a convivir con la vecindad como un ciudadano activo con plenos de derechos y deberes, contribuyendo al desarrollo de esta ciudad que le acoge, de esta vecindad para la que ahora tiene un nombre propio que le hace reconocible y querido.

Cuando haya logrado los objetivos de su itinerario de inserción socio-laboral será el momento en que Amadou, con el apoyo del técnico de orientación y los recursos de la Fundación, busque trabajo en una empresa “ordinaria”, probablemente lo encontrará en un pequeño comercio del barrio o con uno de los proveedores de la frutería que, durante meses, le ha visto trabajar.

La frutería La Merced (calle Cartagena 66 de Madrid) es una iniciativa de Puentes Para la Inclusión, Empresa de Inserción promovida por la Fundación La Merced Migraciones. Además de la frutería, Puentes Para la Inclusión cuenta con una línea de actividad dedicada a la gestión de aparcamientos públicos y gestiona el Parking Basílica, de la calle Basílica 24 en Madrid.