El mundo que viene
Juan Martínez Barea. Embajador de la Singularity University
Durante la próxima década el mundo va experimentar un cambio monumental debido a tres grandes tendencias: la aceleración de la tecnología, la hiperconectividad y los 4000 millones de personas que se van a incorporar a la competencia mundial.
Llevamos 40 años hablando de la revolución tecnológica. Durante buena parte de ese tiempo ha prevalecido una concepción lineal del cambio tecnológico; es decir que cuando proyectábamos el futuro extrapolábamos el pasado. Pero, el cambio tecnológico es exponencial y esa característica hace que su desarrollo durante la próxima década vaya a ser completamente diferente a lo acaecido en décadas pasadas. Es muy importante, por lo tanto, que los actores del cambio, investigadores, empresarios, agentes sociales... empiecen a pensar en exponencial.
Cuenta la leyenda que un antiguo monarca con un grave problema envió a sus emisarios por todo su reino prometiendo una inmensa recompensa a quien fuese capaz de resolver lo que le acontecía. Un sabio resolvió el problema y fue a palacio a solicitar el premio prometido. Cual fue la sorpresa del gobernante cuando aquel hombre sacó un tablero de ajedrez y dijo querer un grano de trigo por la primera casilla, dos por la segunda, el doble por la tercera y así hasta completar el tablero. Eso es un proceso exponencial: el cálculo, al llegar a la última casilla arroja un resultado de 18.400 trillones de granos de trigo.
Algunos ejemplos de aceleración tecnológica tomados de mí libro el mundo que viene.
En nuestros días, los ordenadores que habitualmente utilizamos duplican cada 18 meses su capacidad. Es decir, las empresas del ramo son capaces de introducir en cada micro chip el doble de microprocesadores cada 18 meses, con lo que, cada año y medio, los ordenadores que podemos comprar son el doble de rápidos y el doble de potentes.
El número de operaciones que un ordenador comercial podía hacer en 2014 era equivalente a las que puede realizar el cerebro de un ratón. Si la referida progresión se mantiene, en 2025 un ordenador comercial será capaz de hacer un número de operaciones equivalente a las que es capaz de realizar un cerebro humano.
Los procesos exponenciales se observan en todas las tecnologías. La biotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, la nanotecnología… Todas ellas son revoluciones tecnológicas coetáneas que están experimentando, ya, dicha aceleración en sus respectivos desarrollos.
En 2001 decodificar el genoma humano costó 100 millones de dólares. La corporación Ilumina presentó en 2014 una máquina que es capaz de decodificar el genoma humano con un coste de 1000 dólares.
La medicina es una de las áreas de conocimiento tecnológico cuyo desarrollo va a experimentar una mayor progresión. Hoy, ya es posible, a través de un análisis salivar, conocer el código genético de un individuo y a partir de ahí conocer las enfermedades que, más probablemente, llegue a padecer, así como la alimentación más adecuada para dicha persona.
Muchas enfermedades vienen determinadas por el ADN, (en un 30% …40%) y por el estilo de vida. A través de la referida información genética y el diagnóstico temprano es posible prevenir la aparición de padecimientos.
La biología sintética, orientada a la creación de nuevos órganos está, asimismo, desarrollándose de manera exponencial. La compañia Organovo trabaja en la producción de vasos sanguíneos artificiales, así como de órganos completos que podrán sustituir a otros enfermos.
En robótica está habiendo avances espectaculares. Por ejemplo, Baxter, es un robot amigable diseñado para la pequeña empresa, con un coste de 20. 000 $., que no hay que programar, sino que replica lo que hace el operario que esté al lado.
En los años setenta el coste de generar un vatio con una célula fotovoltaica era superior a 75 $. En 2013 el coste ya era inferior a 0`70 $. Por lo que va a ser más barato producir energía eléctrica que comprársela a una compañía. Cada dos años se duplica la capacidad instalada de energía solar en el mundo. 1500 millones de personas no tienen, hoy, acceso a la energía eléctrica. En el año 2028, si continúa la progresión, se producirá en el planeta más energía solar que las necesidades de consumo energético global. Energía barata que permitirá, además, potabilizar, de forma rentable, agua para los 1000 millones de personas que hoy en día tiene muy difícil acceso a ese elemento esencial.
Por otro lado, la impresión en 3D va a hacer que en pocos años podamos fabricar una gran diversidad de productos, a la carta, en casa.
Hiperconectividad.
Hoy, hay 3000 millones de personas conectadas a internet. Según estimaciones de Google en el año 2020 habrá 7000 millones de personas conectadas. En África el 70% de las personas ya tiene teléfono móvil. Por ejemplo en Kenia, un país sin apenas estructura financiera, hay una empresa que realiza las transferencias bancarias a través de SMS. Google desarrolla un gran proyecto consistente en proporcionar señal de internet a grandes zonas mediante el uso de globos aerostáticos. Por su parte, la empresa Cloud-X ya ha puesto en el mercado un Smartphone pensado para países en desarrollo con un precio de 25 €. Cualquier persona, esté donde esté, podrá acceder a todo el conocimiento del mundo. En el ámbito de la educación se va a pasar de disponer de un profesor para muchos niños a disponer de muchos profesores para cada niño.
Competencia mundial.
En la década de 2020 siete de los doce países más ricos de la tierra procederán de lo que hace 20 años denominábamos como mundo subdesarrollado. Todos ellos tienen la característica de estar muy poblados: Juntos suman 4000 millones de personas. El centro económico del planeta está cambiando hacia el este y hacia el sur. Según una predicción económica de Naciones Unidas, en 2025 el 70% de las clases medias estarán en Asia.
En estos nuevos contextos tecnológicos, conectivos y de incorporación productiva competitiva de extensas poblaciones, el lugar de nacimiento o el origen no van a determinar, en buena medida y como hasta ahora, las oportunidades. Cualquier persona, esté donde esté, va a poder competir con los mejores. Un modelo productivo global meritocrático en donde no va a haber un norte de oportunidades y un sur sin oportunidades. Una plataforma global extraordinariamente competitiva a la que hay que subir.
Por cortesía de la Fundación Rafael del Pino.