Economía del bien común
Christian Felber
Muchas personas comparten que la economía tiene que ser más social y las desigualdades económicas menores. Muchos aseveran que la economía debe ser más ecológica, más sostenible. La mayoría de esas personas comparten, en fin, que la dignidad humana debe estar en el centro de la actividad económica, pero no solo como llamamiento moral sino incorporando dicho factor junto a otros indicadores de éxito económico.
Para encuadrar conceptualmente estos planteamientos hemos propuesto el término, “Economía del bien común”. La constitución del estado alemán de Baviera señala, por ejemplo, que toda actividad económica sirve al bien común; Sabemos, pues, con qué finalidad organizamos la convivencia democrática y más concretamente la actividad económica.
En ningún momento de la historia del pensamiento occidental el crecimiento del capital ha sido formulado como la meta de la economía , sino como el medio para el fin del bienestar general o bien equitativo, como lo denominó Aristóteles, quien tacho como antinatural la economía que solo aspiraba al beneficio financiero.
La autoestima por competencia es extrínsica. Para el reconocimiento de la sociedad hay que ser mejor que alguien que tiene que ser peor. Eso, para la sociedad, es veneno. El juego es el antónimo de la competición ya que el juego se define porque el jugador se entrega al proceso sin importar el resultado, mientras que en la competición el resultado es lo único que cuenta . Si el deporte se convierte en juego entrega “flow”, pero si se convierte en competición y solo el resultado vale, produce stress, presión, miedo y menos efectividad. La victoria se relaciona con alta valoración y la no victoria con baja valoración. Esto es doloroso; pero si se pierde y no se recibe minusvaloración no hay problema. En EEUU el 90% de los adolescentes se dan de baja de las asociaciones deportivas porque el deporte no es placentero cuando se convierte en una competición y “perdedor” es una palabra despectiva, mientras que el ganador se lo lleva todo. hay estudios que indican que la autoestima de todos es mayor en sistemas cooperativos que en sistemas de competencia, porque en sistemas cooperativos se valora la contribución de cada uno.
Un beneficio financiero multiplicado no dice nada sobre si una empresa crea o destruye empleo o si la calidad de los puestos de trabajo aumenta o disminuye, si la empresa es igualitaria en trato y remuneración de géneros, si respeta o explota el medio ambiente, si fabrica armas o combustibles biológicos. Con los actuales indicadores de éxito no se puede medir nada de lo que realmente vale. Se confunde el éxito de la empresa con el beneficio financiero que solo debe ser el medio. Hay que pasar a medir la meta de la economía, o sea, el bienestar colectivo.
El crecimiento es solo un medio para poder aspirar al tamaño óptimo, (Leopold Kohr). En la naturaleza nada crece indefinidamente. Si los ecosistemas se agotan el producto del bien común baja. Hay que liberar a las empresas de la coerción de tener que crecer y tener que tragarse mutuamente. Ha de haber transferencia no lucrativa de liquidez y conocimientos entre empresas y libre derecho a aparecer y desaparecer en el mercado. Hoy en día, hay empresas sistémicas que no pueden desaparecer y otras que no pueden crearse. Más sentido y motivación implica más empresarios.
¿Deberíamos limitar la desigualdad de las rentas ? ¿Cuantas veces más deberían ser los ingresos máximos sobre un salario mínimo? Lo hemos indagado a través de dinámicas de grupo. En 380 de 400 ocasiones el resultado ha sido 10. Sin embargo, en Austria la diferencia es de 800 veces, en Alemania de 5.000. En la industria de EEUU la diferencia es de 65.000 veces y si se comparan, en el sector financiero de EEUU, salarios mínimos con los ingresos de los ejecutivos mejor pagados la diferencia es de 360.000. Se pueden establecer leyes que limiten las desigualdades de las rentas según factores democráticamente determinados.